Gran estudioso de Juan Larrea, a quien ha dedicado más de un ensayo, el catedrático Juan Manuel Díaz de Guereñu centra ahora su atención en Gabriel Celaya, a quien conoció en persona, y a la correspondencia que el poeta de Hernani mantuvo con su editor y amigo, León Sánchez Cuesta, durante años particularmente difíciles para la poesía española. Acaba de terminar Gabriel Celaya – León Sánchez Cuesta, epistolario 1932-1952, fruto de una labor de investigación que califica de «detectivesca y muy estimulante».
¿Por qué es tan especial la información que reside en la correspondencia privada?
Las cartas aportan un autorretrato del que las escribe y mucha información acerca de las actividades que tiene en común con su destinatario, como proyectos que no terminaron de salir. Es información que, en muchos casos, no está en ningún otro lado. En el ámbito de la literatura española, la investigación sobre cartas es un descubrimiento relativamente reciente, de las últimas décadas.
¿No se siente uno como un intruso invadiendo territorio personal?
A veces sí. Los investigadores que manejamos cartas somos un poco fisgones en vidas que, en buena medida, son vidas privadas. Pero los pequeños detalles humanos que se desprenden de estas cartas también forman parte de la vida cotidiana de la gente, personas que ¬por muy geniales que fuesen- no dejaban de ser como las demás.
¿Habrá epistolarios de correo electrónico?
Es probable. Desde luego, habrá que adaptarse a lo que venga. Es muy interesante imaginar el modo en que va a tener que desarrollarse todo esto, porque la forma de escribir un e-mail no es la misma que la de una carta, ni la frecuencia con la que se escribe. Por otro lado, a pesar de lo frágil que es la información que proviene de las cartas, tengo mis dudas sobre si es más fácil conservar cientos de e-mails o es más fácil perderlos en un instante. En todo caso, estará bien ver qué ocurre.
León Sánchez Cuesta, librero y editor de Gabriel Celaya, era consciente del valor de sus archivos. ¿Por qué?
Sí que lo era, La prueba es que hacía duplicados de todas las cartas que escribía y recibía. Como editor, estaba en relación muy directa con todos los grandes poetas de la generación de 27 y con todos los intelectuales de la época. Sánchez Cuesta se da cuenta de que todo ese material tiene un gran interés en la historia cultural de España. En consecuencia, lleva a cabo una minuciosa labor de conservador de cartas.
¿Qué es lo que te ha movido a esta investigación, tu interés por Celaya o el de un momento puntual de literatura española?
Me interesa mucho Gabriel Celaya porque además lo traté personalmente. Desde luego es uno de los grandes poetas de la posguerra española. Pero lo que más me ha atraído de todo esto es que este epistolario, breve en realidad, es el retrato de una época, de la poesía vista como arma de oposición contra la dictadura de esos años. Hay en aquel momento una especie de burbujeo cultural que me parece muy interesante.
La comunicación entre los dos autores se produce antes de la Guerra Civil y después de la II Guerra Mundial. ¿Qué diferencias encuentras en su relación en esas dos etapas?
Las que hay entre el Celaya lector y el Celaya autor, esencialmente. El poeta joven que encarga libros buscando el alimento cultural pasa a ser el autor y editor que trata de hacerse camino y recurre a su librero para dar el salto. El Celaya de la posguerra es otro.
Ni Sánchez Cuesta ni Celaya tocan temas literarios ni humanos en una correspondencia que defines como «de negocios». ¿Te ha parecido especialmente atractiva por ello?
Me ha parecido peculiar. Con frecuencia, la correspondencia entre gentes de cultura va incorporando, a medida que se alarga en el tiempo, detalles familiares o personales de los autores. En ese caso, Celaya y Sánchez Cuesta casi nunca entran en confianza, aunque se ve el aprecio que se tienen y el respeto mutuo. Pero el contenido de las cartas es puramente factual, hablan de haberes y deberes a los que se sujeta su actividad profesional, es decir, el tema común que los une, que es la poesía.
Has dedicado atención en el libro al tratamiento entre ambos. Especialmente, al saludo inicial y final de las cartas. ¿Por qué?
Porque ahí es precisamente donde se ve una evolución en la forma de relacionarse. El saludo es casi el único signo de implicación personal que introducen estos dos autores en sus cartas.
¿Cómo es Sánchez Cuesta? Da la impresión de ser un empresario muy serio y persistente.
Es un librero de pies a cabeza, un profesional que intenta vender incluso lo invendible, lo que demuestra su enorme talla cultural. Sánchez Cuesta fracasa, pero fracasa tras intentarlo. Se hace difícil pensar que en aquella época pudiera haber un señor tratando de vender unos librillos de poesía para obtener unas ganancias ínfimas, tanto esfuerzo sólo por su pasión por la poesía.
Sorprende que ambos se complementen pese a tener una postura distinta respecto al régimen
Sánchez Cuesta es bastante conservador, lo que no significa que simpatice con la dictadura. Aunque es consciente del empobrecimiento cultural de España en esos años y crítica la censura, lo que él quiere es que le dejen trabajar en paz y evitar problemas. En cambio, Celaya es muy combativo contra la dictadura. Pero esto que no impide que ambos trabajen juntos a favor de lo que les une, es decir, la poesía.
¿Cómo es Gabriel Celaya? ¿Demasiado confiado de su éxito?
Celaya es un jovenzuelo lleno de furia y entusiasmo. Está convencido de que puede comerse en el mundo con la poesía. Sánchez Cuesta le da un baño de realidad al poeta y éste le inyecta a cambio un poco de entusiasmo. Un encaje de personalidades distintas muy gracioso y bonito.
Celaya se siente incómodo en San Sebastián hasta que se marcha, en 1956. ¿Por qué?
Porque en un momento dado decide dar un giro total a su vida. En lugar de ser ingeniero en la fábrica familiar, rompe con todo, incluido su matrimonio, y se hace poeta. Entierra al Rafael Múgica que había sido y empieza a firmar como Gabriel Celaya. Esto está muy mal visto en una sociedad tan conservadora como la de San Sebastián de la época. De hecho, hay muchas alusiones en las cartas a las ganas que tiene de irse de la ciudad y afincarse en Madrid
¿Qué papel juega Amparitxu Gastón en la vida de Gabriel Celaya?
Esencial, Amparitxu es el detonante. El propio Celaya cuenta que es al conocerla cuando decide dar el salto y ser poeta. A partir de la irrupción de Amparitxu en escena podemos hablar de Gabriel Celaya, el poeta. No antes.
Hola Juan Manuel. Me comunico con usted para hacerle saber que el 30 de marzo/2012 se realizará un homenaje al poeta Juan Larrea, en el Centro Cultural España Córdoba. Hace muchos años estudio sobre la etapa de residencia de Larrea aquí y he terminado un librito sobre ese tema, también. Le agradeceré profundamente si puede usted conectarse por mail o por facebook conmigo. Cordialmente, Eugenia Cabral