Por Rogelio Fernández y Arantza Echaniz
Ha muerto quien para muchos era un buen amigo en la uni. Un buen hombre, un buen tipo, un buen profesor… De él aprendimos muchas cosas de la profesión y de la vida. Viajamos con él y volveríamos a hacerlo mañana porque era un buen compañero de viaje. Fumador empedernido, algunos compartimos durante años cigarritos en los sitios más peregrinos, y con los tiempos más cambiantes. También compartimos investigaciones, comidas, alumnos, reuniones, proyectos, y lo que es más importante, compartimos amigos. Compartimos ideas políticas, la forma de entender la empresa, conferencias, congresos, jefes y colegas, programas de televisión, clases, el sentido de la persona… bueno, ahí quizás discrepábamos algo más, como en otras mil cuestiones… ¡Cómo discutía sobre el paradigma de la Inteligencia emocional o la Responsabilidad Social! ¡Con qué vehemencia!
No era una persona fácil, pregúntenles a sus alumnos de la asignatura de “Psicología” a quienes les aterraba su imperturbable índice de suspensos, pero de quién se puede decir que es fácil. Iñaki era una persona ilustrada, con las ideas de igualdad, libertad y fraternidad muy arraigadas. Era brillante en lo académico y lo personal. Más allá de todo esto, dejaba huella y un grato recuerdo. Ante todo, era una persona buena, con un corazón que de tan grande que lo tenía le estalló en el pecho.
DEP Beti. Siempre recordaremos las curiosidades que contabas en las clases de Psicologia.
Un fuerte abrazo a Ana y a toda la familia.
Me sumo a este pequeño homenaje, desde el dolor de la pérdida y la frustación de la lejanía. Comparto las palabras de Arantza y Rogelio. Conocí a Iñaki en el 97 cuando nos daba clase de psicología. Éramos su primera promoción de un “experimento” nuevo llamado Humanidades: Empresa, que no todos comprendían y que Iñaki fue queriendo y haciendo suyo con el tiempo.
Si me hubieran dicho en ese momento que se convertiría en un compañero en unos casos y en amigo, jamás lo habría creído. En ese entonces daba la impresión de un cierto desapego de sus alumnos y de una distancia, que se podía confundir con desinterés, pero que lejos de aquello era la manera de poder ofrecer lo mejor de él como profesional: sus conocimientos, experiencias y su vocación tanto docente como investigadora.
El tiempo, y los buenos amigos comunes, nos llevaron a trabajar juntos en varias investigaciones sobre Responsabilidad Social de las Empresas y en participar en alguna que otra conferencia. Esas colaboraciones nos permitió el conocernos mutuamente. Si tuviera que definir a Iñaki, creo que sería complicado, pero hay una serie de valores, rasgos que son el aprendizaje que quiero quedarme de él, más allá de las aulas:
1. Adaptación: Iñaki fue una persona, de lo que le conocí, que vivió en continua adaptación profesional. Se doctoró en filología hispánica, su pasión, sin embargo fue amante del conocimiento lo que le llevó a ampliar sus estudios con la licenciatura en psicología. Gracias a eso, fue cambiando y adaptando sus clases e investigaciones a las nuevas ofertas de la Universidad. Así es como se aventuró con investigaciones sobre inteligencia emocional, psicología organizacional o responsabilidad social corporativa.
2. Pasión: esa capacidad de adaptación no le alejó de su auténtica pasión. Aún recuerdo como en los dos o tres últimos años hablaba de sus investigaciones sobre la literatura en el exilio, el congreso que organizó en Deusto al respecto o el grupo de investigación que se creó o se estaba creando para investigar sobre ese tema.
3. Humanista: aunque aparentemente en un primer contacto podía parecer una persona distante, quizá fría e incluso demasiado asertiva. Lo cierto es que lo que descubrí detrás de todo eso, era una persona que creía en el ser humano y en su libertad. He conocido pocas personas que respeten tanto a libertad de los otros como Iñaki, y pocas personas que sean capaces de no juzgar a los demás.
4. Intelectual: creo que su trabajo, sus estudios, sus clases, sus conferencias, hablan por sí mismas en este sentido. Iñaki fue una persona que dedicó su vida a la vida académica y que la disfrutaba.
5. Libre y coherente: Creo que esa asertividad o franqueza con la que podía hacer comentarios o dar consejos surgía de una profunda vivencia de libertad personal. Creo que era una persona coherente con sus ideas, con sus valores y con su forma de ver y vivir la vida, que se une a su ser libre.
Estos son los aprendizajes y con lo que yo en lo persona me quiero quedar de Iñaki, además de la suerte de haberlo podido conocer. Y como todo, los expreso desde la lectura personal que hago de mi amistad con él.
Quede aquí también mi homenaje a Iñaki, a Ana y a Leyre. Un abrazo!!!
De Iñaki Betii me acordaré de muchas cosas. De sus diapositivas como teletipos para clase de Psicología. De que fue la primera persona a la que oí hablar de comunicación interna y satisfacción de los empleados, para luego dirigir con entusiasmo nuestro proyecto sobre el tema. De sus opiniones sobre la necesidad del diálogo y la negociación en el País Vasco, (¨como en todos los conflictos¨, decía, y creo que mencionaba entonces a Gorbachov). De la última vez que me lo encontré en la barra de la cafetería de la uni, varios años después de acabar la carrera, y contaba con ilusión sobre sus nuevas materias y asignaturas. De que era un buen profesor y humanista. De su sonrisa de buena persona. Me acordaré mucho de él. Sí. Las personas como él no deberían morir antes de tiempo. Agur, Iñaki.
«Esto no va a ser fácil. Llevo suspendiendo a gente desde los 90». Esa fue la carta de presentación que Iñaki utilizaba en su primer día de clase con los alumnos de HUCO y HUEM de mi promoción (2012).
Se pintaba a sí mismo como un tipo duro. Y lo era. Sin embargo sus clases han sido, de largo, las más amenas de todas a las que he asistido en mi carrera y las únicas en las que a muchos, se nos hacía imposible controlar la risa floja por ese humor negro que tanto nos gustaba.
Un hombre digno de conocer y muy difícil de olvidar.
Yo le conocí como profesor en la carrera de HUEM, y para mi fue un placer escuchar su relato sobre la historia de la Psicología. Aunque a priori no fuera la asignatura que más me llamaba la atención, disfruté enormemente escuchando y aprendiendo con Iñaki, y sobre todo recibiendo todo la pasión que transmitía. Desde los clásicos del conductivismo hasta la Psicología Resonante. Todavía recuerdo como nos explicaba los experimentos de Skinner o Paulov, y hablaba con una sonrisa sobre las teorías «no convencionales» de Freud. Os puedo asegurar que no he leído ni estudiado mucho más sobre estos temas, pero todavía me sorprende mi capacidad para mantener una conversación sobre las diferentes corrientes de la Psicología. Sin duda, Iñaki tiene que ver mucho con ello. Eskerrik Asko. Gohian Bego
Un fuerte abrazo para toda la familia desde China…siempre te llevaré en el corazón Iñaki…gran hombre y mejor persona…we´ll miss you…RIP
Un fuerte abrazo para Ana y toda la familia. Esta crónica es, sin duda, un fiel retrato de Iñaki, todo un profesional en su campo, profesor duro pero del que aprendí muchísimo y del que me he acordado tantas y tantas veces en mi experiencia laboral, por la practicidad y utilidad de sus enseñanzas. Muchas gracias Iñaki!!
Nunca podré entender por qué se van los que realmente dan la vida por los demás, endulzan los momentos amargos y forman a muchas personas que están aún por moldear. Hay gentuza que no morirá nunca, es algo que no podré comprender. No se olvida lo que hemos vivido con Iñaki, gracias, en la memoria, siempre.
Yo le conocí al interesarse por la obra de Amable Arias y escribir un lúcido prólogo para «Sherezades», el libro basado en las relaciones amorosas de Amable.
Muchas gracias por ser como eras, Iñaki… maru rizo
Hace ya bastantes años que terminé la carrera y de ella guardo ciertos recuerdos especiales que creo que me acompañarán toda la vida. Uno de ellos es la figura de Iñaki Beti y el tiempo que, más allá de las clases de Psicología, compartí con él. Durante la carrera y en lo relacionado con la asignatura que impartía, Psicología, recuerdo de él que era un profesor exigente pero justo, que hacía de una materia aparentemente complicada y a veces engorrosa algo interesante y a ratos apasionante. Me transmitió el gusto por la psicología y la admiración por ciertos autores (Freud, Fromm) que él también admiraba. Fue un placer asistir a sus clases. Pero de lo que guardo aún mejor recuerdo es de todo el contacto que tuve con él, escaso pero intenso, fuera de las horas lectivas. Recuerdo como algunas tardes me acercaba por su despacho con la intención de preguntar cualquier trivialidad relacionada con la teoría, los trabajos, la forma de valorar… y acabar hablando de todos los temas posibles, tanto de actualidad como pasados, teóricos y prácticos. Pasada la hora en su despacho, en plena conversación y con su mesa repleta de papeles que me hacían sospechar lo ocupado que podía estar, pensaba que quizás le estaba molestando y/o entreteniendo más allá de lo debido. Pero también me daba cuenta que era él quien continuaba la conversación, quien preguntaba o exponía nuevas ideas, quien también alargaba una conversación que yo seguía como el alumno de sus clases, interesado y apasionado. Al salir de su despacho, dos horas más tarde, me sentía afortunado y agradecido. No era un alumno ni brillante ni destacado, pero este hombre siempre me atendía con la mejor de sus sonrisas y me daba mucho más de lo que yo había ido a buscar. Pasados los años después de terminar la carrera, un día me acerqué a la universidad con el único propósito de volver a llamar a la puerta y charlar con él. No sabía si estaría. Fui afortunado, otra vez, y después de llamar probé a abrir la puerta y allí estaba otra vez, detrás de todos sus papeles y libros y con la misma sonrisa hospitalaria de siempre. Hablamos y nos pusimos al día. Disfruté una vez más y tuve un regalo extra. Me invitó a acompañarle al Boulevard, pues allí había quedado con mi otro profesor, si se me permite la expresión, fetiche: Miguel Ayerbe. Así que allá nos fuimos, mano a mano.
Muchas gracias Iñaki. Hasta siempre.
No tuve la suerte de conocerle a Iñaki Beti a nivel personal, pero lo cierto es que le cogí cariño y me siento muy afortunada de haberle tenido como profesor de Psicología en 2004. Era un profesor muy culto, humilde, justo, profundo en sus reflexiones, apasionado a la hora de expresarse y provocador a la hora de hacer que nos cuestionáramos el sentido de la vida y nuestra existencia, y entendiéramos cómo funcionaba nuestro dichoso Ego. Se notaba que la vida le fascinaba y se intuía la vivía al máximo. Sus clases eran muy amenas, prácticas, motivadoras y a mí desde luego me hacía reír cada dos por tres; tenía mucha chispa.
Es una pena que se haya ido tan pronto, ya no le pueda volver a ver paseando felizmente por la Parte Vieja donostiarra junto a su amada, y que tantos futuros alumnos de la Universidad de Deusto hayan perdido la oportunidad de tenerle como profesor… Pero quiero pensar que Iñaki había cumplido su meta en esta vida y Dios tenía mejores planes para él. Hasta pronto, Iñaki. Cuídate, campeón.
Sin duda, debo ser la alumna más carroza de cuantos aquí habéis escrito «in memoriam» del bueno de Iñaki. Fui alumna suya de Literatura Medieval en 3º de Filología Hispánica (carrera que guardaron en un frasco de formol a pesar de que hoy en día los centros educativos se las ven y se las desean para encontrar a alguien que imparta Lengua Castellana y Literatura con un mínimo de rigor, cuando se estrenó en la docencia, cuando su hermana Arantxa era mi compañera de promoción, cuando conoció y se enamoró de su inseparable Ana Rekalde. Su exhaustividad en las explicaciones, su rigor, su timidez inicial, su bondad… nos han marcado a varias promociones de distintos estudios. Descanse en paz.
Yo también soy una alumna veterana de la misma promoción de Filología Hispánica de Ana Navarri y recuerdo con enorme admiración y cariño a Iñaki y a su mujer Ana Rekalde. Fuimos la primera promoción a la que impartían clase y recuerdo su entusiasmo y dedicación. Posteriormente he tenido la suerte de encontrarme con ellos,ya que solían ir a la biblioteca en la que yo trabajaba, y siempre tenían una palabra amable y una sonrisa. Una de las veces que vino a la biblioteca, acompañado de otro gran profesor que es Jose Ángel Ascunce, estuvimos recordando anécdotas de aquella época. Es una pena que nos haya dejado tan pronto pero , como le dije a Ana, también es una satisfacción que haya dejado una huella tan grande. Hasta siempre, Iñaki