El pasado jueves, Rob Stone, Catedrático y Director del Departamento de Cine de la Universidad de Birmingham, visitó a los alumnos de tercero de Comunicación. El tema central de la charla fue la evolución de las series dramáticas en la televisión americana y como han llegado a ser el medio para dar a conocer las obras de los escritores.
Para explicarlo utilizó como ejemplo las series de policías, que tienen su origen en la literatura del género, el cine negro y en las historias sobre gánsters. En los años 60 se comienzan a producir series como The Defenders o The naked city, cuyos dramas morales servían como panacea para la sociedad del momento. Estos programas tenían una estructura basada en la resolución de un caso. Se iniciaban con una situación de equilibrio, después surgía un conflicto que al final del capítulo se resolvía recuperándose de nuevo ese estado de equilibrio.
El drama policial tradicional se caracteriza por tener un formato episódico y por el enfoque en la vida profesional de los protagonistas. Las historias están compuestas por una narrativa, salvo en algunos casos, en los que llega a haber tres. Es un formato repetitivo en el que destaca el respeto a la jerarquía y la ausencia de tensión sexual o racial.
Más tarde, las series policiacas inciden en los detectives solitarios, como Colombo, The Rockford Files, Kojak o Ironside. En los años 70, aparecen series con un toque más cómico, como Starsky y Hutch. En los 80, aparecieron series con rasgos de fantasía que se acercaban a la ciencia ficción, como Los Ángeles de Charlie, The Six Million Dollar Man o El Equipo A. Para entonces, las series de policías llegaron a ser impopulares y estereotipadas, hasta que el guionista Steven Bochco creara una serie que cambiaría por completo la evolución de las series americanas.
Canción Triste de Hill Street era una serie sobre policías mucho más realista, dramática y que se centraba en la vida personal de los personajes. El reparto estaba formado por actores desconocidos que provenían del teatro. Los capítulos tenían múltiples narrativas y los casos nunca eran resueltos en un episodio. Se utilizaba un lenguaje más agresivo e incluso tuvieron que inventar un vocabulario alternativo debido a la censura existente. En esto, David Milch tuvo mucho que ver cuando se incorporó en la segunda temporada como co-guionista. Juntos transformaron la manera de escribir las series americanas. A pesar de no tener grandes audiencias, esta serie de televisión triunfó entre un público culto y con un poder adquisitivo alto, lo que provocó que los anunciantes más importantes del país quisieran estar presentes.
Después de terminar esta serie, Steven Bochco y David Milch volvieron a reunirse en 1993 para crear la serie Policías de Nueva York emitida por la ABC en horario nocturno. Este hecho influyó en el carácter de la historia, mucho más explícita y con contenidos más crudos. Al final de la cuarta temporada sus creadores abandonaron la serie para irse a las cadenas privadas, donde se les aseguraba una audiencia privada, la ausencia de publicidad y de censura y la repetición de episodios en franjas horarias diferentes.
Una de esas cadenas de televisión privadas más importantes era HBO, quien apostó también por dos guionistas: Alan Ball, creador de A dos metros bajo tierra (2001) y David Chase, creador de Los Soprano (1999). Esta serie, centrada en la mafia, agrupa dos géneros: la telenovela y la comedia de situación. Tiene una estética compacta, televisual y episódica. El éxito de esta serie llevó a la cadena HBO a contratar a otro escritor, David Simon, un periodista de Baltimore que creó en 2002 una obra maestra: The Wire. Esta serie obtuvo una audiencia muy fiel atraída por unas historias basadas en hechos reales, llenos de brutalidad y violencia. Este autor también ha escrito series como Generation Kill o Treme. Esta última, ambientada en Nueva Orleans después del huracán Katrina, ha supuesto un cambio en la manera de producir series americanas, porque se acerca al género documental.
En definitiva, la calidad de las series americanas está sobrepasando en muchos casos a la del cine, tanto que ahora grandes directores como Martin Scorsese están produciendo series para la televisión.