Crear relatos a través de hechos ficticios o no contrastados, se ha convertido en una de las estrategias más usadas por ciertos actores políticos para superar a sus rivales. Desacreditar al adversario creando historias que lo colocan en una posición éticamente reprobable y hacer todo lo posible para que esas historias se difundan en masa gracias a la ayuda de usuarios de redes sociales está a la orden del día.
Cada vez nos encontramos con más herramientas que permiten crear un alud de desinformación, que se propaga de forma indiscriminada. Un usuario crea una historia capaz de provocar una crisis y la difunde a otros usuarios que se encargan de que esa historia -sin fundamentación alguna- se extienda entre los sectores más amplios de la sociedad.
La desinformación no es un fenómeno que haya surgido los últimos años. Cualquier persona que a lo largo de la historia ha querido hacerse con el poder se ha valido de los medios a su alcance para cargar contra colectivos contrarios a su pensamiento, difundir bulos para ganarse la confianza de la gente y provocar grandes oleadas de discursos de odio contra aquel o aquellos que se trata de dibujar -dentro del imaginario colectivo- como el “enemigo”. No obstante, las Tecnologías de la Información y Comunicación y dentro de ellas las redes sociales, se han erigido como un gran activo para crear historias falsas, por su mayor alcance y visibilidad.
Carmela Ríos, periodista de El País y colaboradora de la sección «Red de Redes», ha estudiado de cerca campañas de desinformación en el ámbito político impulsadas a través de redes sociales, en concreto en el contexto de las elecciones estadounidenses en las que Donald Trump fue elegido presidente. La victoria del candidato republicano supuso un antes y un después en la comunicación política, pues la campaña a través de redes sociales impulsada por Trump ha sido emulada en diferentes países, para crear a través de noticias falsas, discursos de odio contra diferentes colectivos, en gran parte para ser estos utilizados como chivo expiatorio de los problemas que se puedan vivir en esos países. Ríos ha podido observar cómo las redes sociales son utilizadas como fuente de desinformación en diversas partes del mundo y qué impacto tienen en nuestras sociedades. La inmensa mayoría de partidos y representantes políticos del mundo hacen uso de las redes sociales para transmitir sus mensajes, conectar -mayormente- con la gente jóven, y utilizar a estos como principales difusores de sus propósitos. se puede comprobar en la campaña realizada por Trump utilizando a influencers conocidas en países fuera de EEUU para hacer parecer que se trataban de cuentas pro Trump.
El paradigma actual de la desinformación, sin embargo, nos coloca, como relata la periodista, en una situación en la que «no podemos vencer a la desinformación tal y como la hemos conocido hasta ahora». Al fenómeno de las redes sociales como grandes canales de difusión se le suma el de la posibilidad de crear historias falsas, pero que a su vez parecen reales, a través de la Inteligencia Artificial.
Todos estos factores crean un ecosistema propicio para que aquellas personas que quieren impulsar discursos de odio mediante la propagación de bulos, lo puedan hacer aparentando una falsa credibilidad. El bulo, como afirma Ríos, «se convierte en noticia». El candidato a vicepresidente de Estados Unidos -miembro del equipo de Trump- admitió y justificó la idea de convertir el bulo en noticia como estrategia para lograr la validación del electorado en el contexto de una campaña difundida contra la población migrante de Estados Unidos , asegurando que era necesario «para poner acento en lo que defendían, crear una historia no real». La desinformación se mezcla con la información, haciendo cada vez más difícil distinguir lo que es información de lo que no es.
Asimismo, la multiplicidad de la información que se da en las redes sociales, impide que la gente pueda contrastar la información que recibe. El usuario se enfrenta a mayores dificultades a la hora de discriminar la información falsa e incluso el mismo se convierte en el propagador de esos bulos sin ser consciente de ello. Para que hacer frente a esta realidad sea más sencillo y hacer un uso responsable de las redes sociales -sin hacer más grande la fábrica de bulos- Ríos aporta una serie de herramientas que permiten identificar con mayor facilidad contenidos falsos (textos, imágenes, vídeos, etc.).
Para saber qué temas son los que más pueden preocupar a la población de un país concreto en cada momento Google Trends permite observar los términos más buscados por los los usuarios de Google de cada país además de poder analizar el aumento o descenso de esas búsquedas.
Como gran red social y principal herramienta de difusión de bulos por su gran alcance y por su cada vez menor control, hacer un uso responsable de la información que nos llega a través de Twitter (X) resulta esencial. Para ello, Ríos propone hacer uso de las listas de Twitter que nos permiten ordenar la información, permitiendo tener a nuestro alcance una fuente de contenido sobre un tema determinado, pudiendo recopilar todo aquello que recogemos a través de nuestras búsquedas y facilitando la labor de contrastar. Otra herramienta de Twitter que resulta útil, en este caso para conocer qué es lo que buscan mayormente los usuarios, es Trends24.in .
No obstante, entre las redes sociales se está convirtiendo cada vez más en un lugar de gran interacción y de propagación de noticias falsas, la red social Tiktok. A esta red social se añade el contenido audiovisual en el cual la Inteligencia Artificial tiene cada vez mayor injerencia en la creación de historias falsas y de forma recurrente es utilizada por políticos. Thefyp.news se nos presenta como una herramienta muy útil en forma de newsletter, permitiéndonos analizar la actividad política en Tiktok, pudiendo así analizar el grado de difusión que los mensajes políticos tienen en la red social y qué impacto tienen estos en los usuarios. Telegram también tiene una herramienta similar llamada TGStat , la cual permite analizar las estadísticas de los diferentes canales de telegram.
Para verificar si ciertas imágenes son reales o no, puede utilizarse tanto para Tiktok como para los contenidos audiovisuales publicados en otras redes sociales, la aplicación Google Imágenes , la cual nos da información muy detallada sobre la producción y origen de cada una de las imágenes que queramos verificar.
Siguiendo la línea del Fact Checking, Ríos destaca la utilidad de los Fact Check Explorer que sirven como repositorio de los artículos académicos publicados por diferentes instituciones o los documentos aportados por organismos internacionales, en aras de contrastar todas aquellos contenidos que nos llegan de forma masiva y en muchas ocasiones sin hacer referencia a ninguna fuente concreta.
Todas estas herramientas propuestas por Ríos son, a fin de cuentas, una alternativa ante esa avalancha de contenidos cargados de mensajes emocionales y ajenos a la realidad. Pretende fomentar un uso racional de las redes sociales y de la información que recibimos a través de ellas, es decir, que el usuario haga un uso crítico y consciente de la información a su alcance, sin dejarse llevar por la sobreestimulación a la que está expuesto y de la que se aprovechan muchos propagadores de noticias falsas.
Zurea da hitza