Maradona murió el 25 de noviembre de 2020, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Nunca pensé que escribiría este nombre y esta fecha en la misma frase, pero la vida está llena de paradojas.
Diego Armando Maradona fue acusado de varios delitos de violencia doméstica y psicológica contra su expareja (con pruebas), fotografiado con menores de edad desnudas, condenado por posesión de drogas, denunciado por no reconocer a algunos de sus hijos… Pero todo esto no parece que importe, porque siempre será recordado como el mejor futbolista de la historia. Y en el pasado quedará todo lo demás.
Muchos ahora quizás estéis pensando en la mítica frase de: «hay que separar al artista de su obra», pero no es congruente juzgar algunos delitos, estar en contra de ellos y a la vez admirar a quienes los cometen. Como en el caso de Pablo Iglesias, que el mismo día del fallecimiento del futbolista publicó en Twitter un video realizado por el Gobierno de España condenando la violencia machista y unas horas más tarde escribió: «Diego nuestro santificado sea tu zurda… Gracias por tantos momentos de felicidad. Hasta siempre». Está claro que podemos juzgar por separado el arte y las acciones de la persona, pero no podemos obviar nunca ninguna de ellas.
«Maradona era imperfecto como nosotros», es lo que twitteó Errejón el 25 de noviembre. Decir esto es poner al mismo nivel saltarse un día de trabajo o robar un chicle, con abusar y maltratar a una mujer. Es igualar la violencia contra la mujer con otros malos comportamientos comunes en el ser humano. En resumen, normalizar el maltrato a la mujer.
Antes de escribir sobre algo tan delicado hay que pensárselo dos veces, porque después, ya no servirá el «no era mi intención» o «lo puse sin darme cuenta».
Tener de referente a este tipo de personas, hasta el punto de poner su nombre a estadios, tatuarse su cara y demás, refleja la sociedad en la que vivimos. En la que un gol cuenta más que dejar embarazada a una menor de edad. Maradona no es un referente ni como deportista, porque además de sus otros escándalos, ha sido acusado en repetidas ocasiones de amañar partidos y ha dado positivo en varios análisis antidopaje.
El fanatismo es uno de los grandes peligros de la sociedad actual. Es un cáncer social, que impide ver a qué tipo de persona estás adorando en realidad. Porque a Maradona se le perdonaron atrocidades que nunca jamás se le habrían excusado a otra persona que no fuera el “D10S”. Por eso, hay recordar siempre que el fútbol, al igual que todos los demás deportes, es solo un juego.
Una celebridad no puede estar nunca por encima de la ley ética. Sin duda, Maradona jugaba bien al fútbol, pero no era una buena persona. Dejemos de idolatrar a Maradona.